RESCATAR LA ALEGRÍA

 

Nos enfrentamos actualmente a situaciones complicadas de gestionar, con muchos cambios, pérdidas de muy diversa índole, incertidumbre…, que de alguna manera están suponiendo un reto para la mayoría de nosotros.

En tales circunstancias, es fácil dejarse llevar por el ambiente generalizado de miedo, de impotencia, de rabia, de tristeza…Es más, parece que sea lo que sale… Y qué te voy a decir, en cierto modo es normal que nos pase. Las sacudidas están a flor de piel en estos momentos, y nos ponen en contacto a nivel interior con un tsunami emocional, que es necesario saber manejar para que nos arrolle a su paso.

Lo que sería una lástima, lo que no debemos permitir… es que todo eso se convierta en un poso de desolación que nos robe incluso las ganas de tirar para adelante. No nos podemos permitir abandonarnos, por muy irremediable que nos parezca.

Aceptar el hecho de vivir implica, sin duda, que van a existir problemas, pero también que uno puede hacerles frente de forma activa y eficaz. En ese hacer frente, la confianza puede ser una gran compañera de camino debido a que nos pone en mejor predisposición para resolver las dificultades cuando se presentan. Y no hay mejor fuente de confianza que la alegría.

Cuando hablamos de alegría no nos referimos a darnos un baño superficial de positivismo, ni tampoco a desatender las circunstancias presentes de cada uno; es más bien una cuestión de redirigir el foco. Hacer el intento no sólo de orientarlo hacia lo que “pesa” de nuestra situación vital, sino hacia lo que me puede brindar alegría hoy y ahora. Cosas sencillas con las que la rescatemos para, definitivamente, apropiarnos de ella.

Puede parecerte osado con la que está cayendo, pero vas a hacerte un gran favor dándole cabida. Estar única y exclusivamente bajo la espiral de los pensamientos negativos, a corto plazo nos hace sentir emociones dolorosas impidiéndonos actuar adecuadamente, a medio plazo boicotean nuestras metas y a largo plazo nos sumen en la infelicidad.

Así que, en tu día a día reserva un tiempo para ti y pregúntate: ¿Qué me hace sentir bien? ¿Qué necesito? ¿Qué me gustaría hacer? Puedes hacer una lista de las cosas que te gustaría recuperar y mira cual puede ser factible en estos momentos y según tus circunstancias.

Aquí te dejo algunas propuestas que pueden ser útiles:

-Haz ejercicio físico. Está demostrado que practicar ejercicio de manera regular contribuye a mantener una buena salud tanto física como mental, reforzando el sistema inmune y protegiéndonos frente a las enfermedades. Durante el ejercicio, el cuerpo libera sustancias químicas que mejoran el estado de ánimo y nos hacen sentir más relajados, lo que a su vez contribuye a lidiar mejor con el estrés. Aunque a menudo ponemos la excusa de no tener tiempo, es cuestión de organización; 20 minutos diarios serán suficientes. Si por alguna razón no pudieras, sal a pasear y aprovecha para oxigenarte. Tu organismo y tu estado de ánimo te lo agradecerán.

-Desentumece tu cuerpo, es aquí donde se acumula gran parte del estrés diario, así que sacúdelo de las tensiones. Sí, literalmente sacude (con suavidad) tus brazos, tus piernas, tus caderas, tus pies, tu cuello... Y si te animas, hay pocas cosas tan liberadoras como ponerse una música que te guste y bailar por y para ti.

-Entrena una mirada positiva. Por inercia, en tiempos de crisis teñimos del mismo color tanto las circunstancias objetivamente problemáticas, como el resto de situaciones cotidianas a las que nos vamos enfrentando. Por eso, entrena esa mirada capaz de vislumbrar también el lado positivo de lo que vayas viviendo y comprueba cómo te hace sentir.

-Sé selectivo con las noticias, con lo que ves, con lo que lees; infórmate pero no te dejes abrumar. Estamos saturados de información que gira en torno a lo mismo las 24 horas y a nivel anímico esto puede llegar a afectarnos.

-¡Ríete! Una buena comedia, vídeos y artículos de humor, unas carcajadas con amigos (aunque sea vía telefónica), pueden ser la mejor medicina cuando estamos instalados en la negatividad y no sabemos cómo salir de ella. La risa genera endorfinas, dopamina, serotonina y adrenalina, todas ellas hormonas que contribuyen al bienestar físico. Además, limita la producción de cortisol, la hormona responsable del estrés. La risa automáticamente nos saca del dramatismo y nos ayuda a relativizar la realidad, por dura q parezca. Así que… saca tu lado cómico de vez en cuando y no te tomes tan en serio.

-Dedica tiempo para ti, para descansar y desconectar. A veces tenemos miedo a no hacer nada porque nos parece una pérdida de tiempo, que no lo merecemos o que estamos siendo improductivos. Nada más alejado de la realidad. Cuanto más descanso y de mejor calidad te brindes, mayor será tu rendimiento laboral y en cualquier otra área de tu vida.

-Practica la respiración. Ya hablamos en artículos anteriores sobre los enormes beneficios de algo tan básico y vital como respirar. Cuando hacemos foco en la respiración, quitamos la atención de la mente y de todo su parloteo y nos anclamos en el presente, que es lo único que tenemos entre manos.

-Disfruta de un atardecer, de lo increíble que está la naturaleza en estos momentos, de la explosión de colores que nos ofrece esta época del año… Siente el aire fresco sobre ti y déjate acariciar.

-Ponte esa música que te hace sentir tan bien y piérdete en ella. Recopila tus grandes éxitos y… ¡a divertirse!

-Recupera alguna afición que dejaste aparcada hace tiempo y sumérgete en ella sin más pretensiones que gozar del momento.

Haz lo que disfrutas y hazlo con todas las ganas. No dejes huérfana a tu alegría ni te prives de ella.