PILARES BÁSICOS
En artículos anteriores hablábamos sobre cómo percibimos. Sobre este mismo aspecto profundizaremos un poco más.
La percepción siempre pone en evidencia al perceptor, puesto que representa la manifestación de su estado mental. Lo que yo percibo de determinada situación o de una persona en particular, habla más de mí, que de la situación en sí o de dicha persona.
Debemos de saber que nuestras percepciones siempre son una interpretación, y que estas determinan nuestra experiencia, haciéndonos creer que lo que percibimos es la ÚNICA REALIDAD. Sin embargo, esta interpretación consiste en una proyección de nuestro sistema de creencias.
¿Y qué es la proyección?
La proyección es un mecanismo de defensa psíquico, mediante el cual se pretende asignar a otras personas de nuestro entorno características propias. Es importante ser conscientes de que nos estamos proyectando de manera constante. Lo que percibo, entonces, siempre es una interpretación bajo mi modelo mental particular. Y para interpretar algo de determinada manera tengo que tener algún referente, alguna experiencia previa, alguna información en mi inconsciente; puede ser de mi historia personal, pero casi siempre tiene que ver con información de mi sistema familiar, de mis ancestros.
La proyección es un concepto fundamental en el proceso de autoconocimiento, puesto que nos permite comprender que el estrés que nos generan determinados comportamientos y situaciones cotidianas, es debido a rasgos de nuestra propia psique que, sin embargo, atribuimos a los demás.
Cuando sigo repitiendo historias y situaciones y no acabo de encontrarle una salida a mi vida, como si estuviera en una rueda de hámster de la que no consigo salir, es porque sigo proyectando la causa de mis problemas fuera y sigo, por tanto, esperando que el otro cambie. De esta manera yo estoy paralizado, cedo mi poder, y por tanto no me cuestiono mis propias percepciones, las cuales como hemos visto, son el quid de la cuestión.