"LA BODA ALQUÍMICA"
¡Hoy nos vamos de boda!
Sí, pero tranquil@ que para esta boda no vas a necesitar grandes atuendos, cuanto más despojado y “desnudo de capas” acudas, tanto mejor. Tampoco va a haber una larga lista de invitados, hoy será diferente: estarás tú, contigo mism@.
La alianza es interna y personal. Boda peculiar… ¿te animas?
¡Allá vamos!
¿Sabías que todos y cada uno de nosotros albergamos en nuestra psique una polaridad masculina y una polaridad femenina? Ambas forman parte de nuestro equipaje y encuentran su sustento físico en los dos hemisferios cerebrales. Comúnmente solemos equiparar dichas polaridades con el sexo masculino y femenino pero ¡cuidado!, NO tiene nada que ver. Se trata más bien de un Rol.
La polaridad femenina hace referencia al aspecto interno de las cosas, se asocia a la intuición, a la necesidad de proximidad, a la ternura, a la agudeza emocional y sensorial; está orientada al proceso y no al resultado; es nutridora, sustentadora, cálida, suave y está relacionada con los sentimientos y con la inspiración. (No equivale a “mujer”). Está vinculada con el hemisferio cerebral derecho.
La polaridad masculina está más enfocada al exterior, orientada a la acción y al resultado. Nos separa de la totalidad. Hace referencia a la autoridad, a la dominación, a las leyes, a la institución, al orden, a la justicia. Está relacionada con la individualidad y con la protección. (No equivale a “hombre”). Está vinculada con el hemisferio cerebral izquierdo.
Pues bien, la boda a la que hoy estás invitado es una boda alquímica, que es nada más y nada menos que el proceso interno de integración de esas dos polaridades; es decir, unir y equilibrar el polo masculino y femenino que ya existen dentro de ti, para completarte. Al final, como si de química se tratara las polaridades tienen que encontrarse para formar una unidad estable. Y no hay una polaridad mejor que la otra, pues ambas son imprescindibles.
¿Has notado si al leer estas cualidades, tanto de una polaridad como de la otra, alguna te ha provocado cierto rechazo o la has considerado innecesaria, ridícula, buena, mala, mejor, peor…? Eso te estará dando una pista de aquellas partes que puedes estar juzgando en ti o que no te permites mostrar y que necesitan ser integradas. Además, debes saber que todo aquello que censuras en ti, automáticamente lo vas a rechazar en los demás.
Por ejemplo, tal vez seas una persona que no se permite expresar ternura o afectividad por considerarlo de personas débiles y consecuentemente dicha cualidad la habrás dejado “encerrada con llave en el desván”. Cuando estés frente a una persona que muestre su calidez y su ternura seguramente te generará rechazo o tratarás de evitarla, puesto que también lo evitas en ti mismo. O tal vez tengas un juicio hacia la firmeza y la puesta de límites ya que por tu sistema de creencias no lo consideras adecuado. Probablemente, cuando veas a otra persona que se muestra firme y que sabe poner sus propios límites te generará rechazo o la juzgarás, tal y como juzgas dicha cualidad en ti.
Y lo mismo sucede a la inversa. Quizás te atraigan y admires ciertas cualidades de esas dos listas y creas (equivocadamente) que a ti te faltan. Esto te estará dando una pista de aquellos rasgos que SÍ forman de ti y que simplemente tienes que empezar a desarrollar y dejar salir. De esta manera cuando te vincules con los demás podrás hacerlo de una manera más sana, sin la motivación oculta de que el otro te complete con aquello que crees necesitar y que piensas que tú no tienes. A la larga este tipo de relaciones, aunque están socialmente validadas, generan vínculos de dependencia y son la semilla de cualquier relación tóxica. Tú ya eres un ser completo y como tal, dispones de todas esas cualidades en tu interior.
La trascendencia de este evento al que hoy te invito radica en el hecho de que nos movemos por el mundo guiados, conscientemente o no, por aquello que nos atrae y por aquello que nos repele y que inevitablemente vemos personificado en los demás. Sin embargo, tal y como decía el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, tanto aquello que te atrae como aquello que te genera aversión, no es más que un reflejo de ti mismo. Por tanto, la oportunidad que nos brinda la experiencia cada vez que nos vemos envueltos en este juego de atracción y rechazo en nuestras relaciones (sean del tipo que sean), es la de mirar hacia dentro y ver qué cualidades me está mostrando el otro a modo de espejo que no acepto en mí mismo y que he de integrar y qué cualidades me atraen y que podría comenzar a fomentar.
De este modo los vínculos y los encuentros pueden convertirse en grandes regalos en este proceso personal de alquimia interior, pues lo único que buscamos a través de todo ello es la complitud en nosotros mismos, en nuestra psique: laboriosa y artesanal tarea que muchas veces delegamos en los demás.
Así, podremos recuperar aspectos necesarios de nosotros que un día dejamos a la deriva y cuya ausencia nos privó de experiencias que tal vez hoy sí nos apetezca transitar.
Así, no tendremos que salir a demandar aquello que creemos necesitar y que ya está dentro de nosotros, a la espera. O al menos dejará de ser el gancho desde el que nos vinculemos con el otro.
Así, cuando nos encontremos frente a nosotros mismos y frente a los demás… podremos hacerlo desde un lugar más honesto y más completo.