UN LUGAR MEJOR
Si algo hemos sacado en claro en estos tiempos que estamos viviendo es que no tenemos el control sobre el exterior. Por más que nos empeñemos en querer controlar, cuadricular y amarrar… al final, de un plumazo, todo puede desvanecerse y los planes que hicimos con sus meticulosos cálculos, se pueden caer sin previo aviso.
En tales circunstancias, tenemos la oportunidad de cambiar el foco y en vez de colocarlo fuera, redirigirlo hacia uno mismo. Puesto que la realidad externa no depende de nosotros y es imposible adecuarla a nuestro particular gusto, nos queda la opción de ver qué podemos hacer con nosotros mismos y con lo que sí tenemos entre manos. En otras palabras: Responsabilizarme de mi metro cuadrado de existencia, pues es aquí donde sí tengo el mando.
En este metro cuadrado, ¿qué estoy haciendo con mi vida? ¿Qué estoy aportando de positivo o de negativo a mi espacio personal y a las personas que forman parte de mi realidad? Y conmigo mismo, ¿cómo está siendo el trato? ¿Estoy sirviéndome de sostén o me estoy tirando para abajo? ¿Estoy permitiendo que sea el miedo el que dirija mi vida?
Nos equivocamos cuando creemos que lo que pensamos y sentimos no tiene ningún efecto, que se queda como en la nada. Que se esfuma. Error… Todo lo que pensamos y sentimos nos afecta y afecta a nuestro alrededor. Seguro que has notado que cuando estás en grupo y hay una persona alegre, su alegría se contagia entre todos los presentes. Puede incluso que estés teniendo un mal día o te hayas levantado raro…, pero coincides con alguien que con su sentido del humor hace que toda esa densidad que experimentas se esfume al instante. De la misma manera, cuando estás enfadado, molesto… y te atrincheras en ese estado, este malestar tiene consecuencias no sólo en ti mismo, sino también en la gente a tu alrededor. Y como onda expansiva va afectando más allá de uno, haciendo de los encuentros y de las situaciones, circunstancias poco deseables. Y aquí sí que soy YO el que tiene el poder. El único responsable de lo que estoy creando en mi realidad presente. Aquí no hay lugar ni persona donde “echar el muerto”. Sucede, la mayoría de las veces, que nos viene muy bien tener a alguien sobre el que descargar la culpa de lo que nos ocurre, pues es una manera cómoda y fácil de evadir la responsabilidad con nosotros mismos y con nuestra vida.
Por ello, tienes que saber, que en cada pequeño encuentro que tengas y en tu entorno habitual tienes la posibilidad de hacer de este paso por la existencia: un lugar mejor. Te invito a que te cuestiones y te hagas cargo de lo que SÍ está en tus manos.
¿Qué puedo hacer aquí y ahora para amar más? ¿Qué puedo hacer aquí y ahora para amarme más? ¿Qué puedo hacer hoy para disfrutar más, dejando de lado la crítica constante hacia mí mismo y hacia el de enfrente? ¿Qué puedo aportarme? ¿Qué puedo hacer hoy para ponerle un poco de sal a la circunstancia que sea que esté viviendo y darme el permiso de verla bajo una mirada nueva? ¿Qué puedo hacer hoy para valorar más la vida que tengo?
Asimismo, que te concedas el derecho de estar triste, disgustado, asustado, harto… cuando lo estés. Porque habrá momentos, es normal. Somos humanos. Pero que no te quedes anclado en ello apiadándote de ti mismo. Que reconozcas tu sentir, que lo aceptes sin juicio y que vayas un poco más allá… Que observes qué tiene que decirte, pues toda emoción lleva implícito un mensaje y una necesidad no satisfecha, y por eso está ahí. Pregúntate qué necesitas.
Y como último aspecto, que te brindes la oportunidad de aprender a vivir en la incertidumbre, pues es aquí donde existen muchas más posibilidades de las que ahora mismo alcanzamos a ver. Que te abras a ellas…ESPERANDO LO MEJOR.